De la estrategia a los números: Cómo medir lo que importa en tiempos volátiles

En un contexto donde la volatilidad cambiaria, los impuestos fluctuantes y los mercados agrícolas impredecibles desafían incluso a las empresas mejor planificadas, el 8° Foro Estratégico Simpleza ofreció una hoja de ruta para traducir la estrategia en métricas accionables. Liderado por Ignacio Carnevale y con los aportes clave de Sebastián Salvaro y Paula Garre, todos integrantes del equipo de Simpleza, el evento dejó en claro que, en 2025, medir no es un ejercicio contable: es la brújula para no perder el rumbo.

Ignacio Carnevale abrió la discusión con una pregunta incómoda:
“¿Cuántas empresas tienen una estrategia clara pero no saben si la están cumpliendo?”.
La respuesta, según él, está en desglosar la rentabilidad mediante herramientas como la fórmula de Dupont, que descompone el ROE (Retorno sobre el Patrimonio Neto) en tres pilares: margen neto, rotación de activos y apalancamiento financiero (Activos/Patrimonio Neto). Aunque este enfoque es clave, aclaró que existen otras metodologías para vincular métricas con la estrategia. Por ejemplo, el ROA (Rentabilidad sobre Activos) combina el margen de ventas (EBITDA/Ventas) y la rotación de activos (Ventas/Activos Corrientes).
“No se trata solo de números: un activo corriente puede ser grano almacenado, dólares o bonos. La clave es entender cómo se convierten en ventas y, finalmente, en patrimonio”, afirmó. Para ilustrarlo, mostró un caso de una empresa agropecuaria donde el 40% de la “liquidez” eran granos no comercializados, lo que obligó a redefinir su estrategia de siembra.

Sebastián Salvaro llevó la conversación al terreno de los riesgos ocultos. Advirtió que métricas aparentemente sólidas pueden esconder trampas, como el IVA técnico, un pasivo no exigible a corto plazo que, si no se segrega, distorsiona la liquidez real.
“Es como tener un salvavidas inflado: parece que flotas, pero puede deshincharse en cualquier momento”, ejemplificó.
También destacó el desafío del mix de monedas: “Endeudarse en pesos o dólares no es una decisión abstracta. Depende de si tu activo es un bono, un silo lleno o efectivo en caja. Hoy, el ‘apellido’ de los activos define la táctica”.
Un caso práctico resonó en la audiencia: una empresa que reestructuró su deuda en dólares tras descubrir, mediante un tablero dinámico, que el 60% de sus pasivos corrientes eran impuestos municipales diferidos.
“Ese ajuste les permitió financiar la campaña 2025-26 sin recortar inversiones”, explicó Salvaro.

Paula Garre, por su parte, subrayó que la tecnología por sí sola no garantiza el éxito. “Sistematizar no es digitalizar: es crear procesos donde los equipos entiendan el por qué detrás de cada número”, afirmó. Relató cómo, en una agroexportadora, el área financiera medía el ROE mientras el equipo operativo solo analizaba costos por hectárea.
“Esa fragmentación generaba decisiones contradictorias. La solución fue un tablero unificado que cruzaba activos, pasivos y metas trimestrales”. Un ejemplo concreto: al excluir el IVA técnico de la “prueba ácida” (activos líquidos vs. deudas a 90 días), descubrieron que necesitaban un 20% más de efectivo para cumplir obligaciones inmediatas.
“Sin ese dato, habrían quemado liquidez en pagos impostergables”, señaló.

El cierre de Carnevale sintetizó el espíritu del foro:
“Simpleza no es hacer menos, sino priorizar. En un año donde la coyuntura tienta a desviarse, la estrategia se defiende con indicadores vivos, transparencia en liquidez y equipos que ven el mismo horizonte”. Para los asistentes, el mensaje quedó claro: en tiempos de incertidumbre, medir bien no es opcional. Es la línea que separa la supervivencia del crecimiento.