Un empresario, de cualquier rubro o sector, tiene tres funciones específicas que las definiremos como: “La Rutina, La Coyuntura y La Estructura”
“La Rutina”, es hacer las cosas indispensables para tener resultados operativos en el corto plazo. Nuestro movimiento CREA ha colaborado mucho, con su metodología de trabajo, para profesionalizar y mejorar la rutina. Sembrar, proteger los cultivos, cosechar, implementar un plan sanitario, comprar y vender son algunos ejemplos de rutinas. Si estas cosas no se hacen y se mejoran, no hay negocios y si no hay negocios en el mediano plazo no hay empresas. En este contexto, “Las Rutinas” contribuyen a la retribución del valor por el riesgo asumido en los negocios.
“La Estructura”, es un conjunto de acciones que tienen como finalidad transformar la empresa en algún aspecto. Estas acciones, correctamente planificadas, son comúnmente conocidas como líneas estratégicas. Una empresa que implementa exitosamente líneas estratégicas será mas competitiva e incrementará su probabilidad de ser interesante y trascendente. Formalizar el gobierno empresario, definir políticas de dirección y gestión, formar e informar a la familia empresaria, entre otras, no son acciones que en el corto plazo generan más resultado operativo, pero si son acciones que tienen la posibilidad de transformar el futuro de una compañía. En este contexto, trabajar en “La Estructura” contribuye a incrementar la capacidad de crear valor.
El resultado operativo o la retribución de valor por realizar un negocio será consecuencia de la capacidad de una empresa de implementar eficientemente las rutinas y de gestionar correctamente la coyuntura. La creación de valor y la trascendencia de una empresa dependerá de la capacidad de un empresario y/o su equipo de dirección para implementar líneas estratégicas y también para gestionar coyunturas aprovechando oportunidades y mitigando amenazas.
Hace algunos años que en el movimiento CREA nos pusimos como desafío convertir a productores agropecuarios en empresarios. Un productor agropecuario es simplemente un buen implementador de rutinas, pero esto no alcanza como explicamos anteriormente. Un empresario, además de implementar eficientemente rutinas, gestiona la coyuntura y por sobre todo trabaja en la estructura.
Para que un empresario pueda trabajar en estas tres funciones antes mencionadas, es necesario lograr que la empresa alcance una mínima escala. Si las empresas por divisiones patrimoniales pierden escala, la primera consecuencia será no trabajar en aspectos estructurales y la segunda será no poder implementar eficientemente rutinas. Si esto ultimo ocurre, de productores pasaríamos a campesinos, donde la implementación de rutinas obsoletas solo permite la subsistencia familiar.
Es momento de ir por más, ya no basta con pasar de productores a empresarios, el nuevo desafío es que las empresas sean interesantes y trasciendan a los empresarios. Es momento de cambiar la pregunta; ¿Qué es lo mejor para el empresario? por ¿Qué es lo mejor para la empresa?
Por: Alberto Galdeano.– Socio director de Simpleza SA. www.simplezasa.com – Líder del área empresa de CREA.