Un empresario se enfrenta a tres grandes grupos de temas en su día a día. El primero son los temas rutinarios, aquellas tareas indispensables para que un negocio evolucione y funcione de manera eficiente. El segundo es la coyuntura, factores externos que no dependen de decisiones empresariales pero que influyen significativamente en la vida de la compañía y en la evolución de sus negocios. Un negocio exitoso depende de cómo una empresa maneje sus rutinas y de cuánto la coyuntura favorezca esas rutinas. Por ejemplo, aunque el entorno económico y político sea favorable y haya demanda para nuestros productos, si la empresa es ineficiente, esa buena coyuntura no será suficiente para lograr un desarrollo positivo del negocio.
El tercer gran tema es la estructura de la empresa, los elementos que la diferencian de otras compañías. Esto incluye la propiedad, el gobierno corporativo, la toma de decisiones, las políticas internas, los equipos de trabajo, y si la empresa es familiar, abierta o cerrada. Estos aspectos son fundamentales para que una empresa pueda realizar el mismo negocio, con la misma eficiencia operativa, en la misma coyuntura, y aun así diferenciarse de sus competidores. La diferenciación se da, principalmente, en la estructura.
En la interacción entre las rutinas y la estructura se encuentran los procesos, es decir, cómo la empresa, con su estructura particular, ejecuta determinadas rutinas y agrega valor. En la interacción entre la estructura y la coyuntura se encuentran las líneas estratégicas, que buscan transformar aspectos de la compañía para incrementar su capacidad de crear valor de manera sostenible.
Entonces, ¿De qué hablamos cuando hablamos de mejora continua en las empresas?
La mejora continua apunta a ser cada vez más eficiente en los procesos, pero no necesariamente transforma la compañía. Se enfoca en perfeccionar lo que ya se hace bien, buscando incrementar la eficiencia, reducir costos y mejorar la calidad. Según el enfoque Kaizen, uno de los más reconocidos en este ámbito, la mejora continua es un proceso incremental y constante que involucra a todos los niveles de la organización. Sin embargo, esta metodología no aborda cambios estructurales profundos.
¿Y las líneas estratégicas?
Cuando en la empresa aparecen los mismos problemas frecuentemente, se tratan de problemas estructurales, lo que impide a las empresas evolucionar y crear valor. Estas líneas estratégicas son iniciativas a largo plazo diseñadas para abordar esos problemas estructurales y pueden incluir la reestructuración organizativa, la implementación de nuevas tecnologías, la expansión a nuevos mercados o la reorientación de la estrategia corporativa .
Por ejemplo, una empresa que enfrenta repetidos problemas con la satisfacción del cliente podría establecer una línea estratégica para mejorar su servicio al cliente, lo que podría implicar una revisión completa de sus procesos, la capacitación del personal y la implementación de nuevos sistemas de gestión de relaciones con los clientes (CRM). Estas acciones no solo solucionan los problemas inmediatos, sino que también preparan a la empresa para un crecimiento sostenido y una mayor capacidad de adaptación a los cambios del mercado.
En resumen, mientras la mejora continua se centra en la eficiencia y el perfeccionamiento de los procesos existentes, las líneas estratégicas abordan los problemas estructurales y buscan transformar la empresa para crear valor de manera sostenible a largo plazo.